martes, 8 de octubre de 2013

PUEBLOS NO CONTACTADOS

CARACTERISTICAS
           
Los pueblos en aislamiento voluntario en el Ecuador
Hasta la década de 1950 los Huaroani eran un pueblo en aislamiento voluntario que vivía en una extensa área, de aproximadamente dos millones de hectáreas, entre la margen sur del río Napo y la margen norte del río Curaray.
Su subsistencia se fundamentaba en la caza, la recolección de frutos y materiales de la selva, la agricultura itinerante, y la pesca.
Habían tenido contactos violentos con los grupos que habían ingresado en su territorio y eran reconocidos por su ferocidad.
Los Huaorani fueron objeto de contacto forzado por parte de misioneros evangélicos de los Estados Unidos de Norteamérica que formaban parte del Instituto Lingüístico de Verano.
Se dio el nombre de operación Auca al proceso de iniciar contacto para evangelizarlos; se aprovechó el hecho de que una chica Huaorani llamada Dayuma había huido años atrás y existía cierta información sobre sus costumbres e idioma.
En 1955 se iniciaron búsquedas aéreas y posteriormente el descenso de paquetes de regalos incluyendo entre otras cosas ropa, machetes y utensilios de cocina.
El contacto inicial ocurrió en enero de 1956 con el aterrizaje de un avión ligero en un área Huaorani y terminó con la muerte de los misioneros.
Posteriormente las viudas continuaron con el proceso y eventualmente se estableció un asentamiento, y posteriormente se creó una reserva Huaorani en 1969.

TAGAERI
                   
Tagaeri eran parte de los Huaorani. Después de la evangelización agresiva de los 60, los Tagaeri al mando de Taga, renunciaron al contacto con el mundo moderno, con las petroleras y otras comunidades indígenas y se propusieron defender su territorio, al comienzo fueron unas 30 personas, pero fueron aumentando con los Huaorani que renunciaban a la evangelización.
Nombre alterno
El origen de los Tagaeri (gente de Taga) esta relacionado a su rechazo al contacto forzado con el mundo cowuori impulsado por el Instituto Lingüístico de Verano en la década de 1960. El jefe guerrero del clan Taga, perteneciente al pueblo huaorani, decidió ocultarse en la selva y mantener su forma de vida ancestral dentro del bosque y alejado de la “civilización”. Nombre alterno Los tagaeri (también llamados aucas o patas coloradas). Idioma Wao Terero, es un idioma no clasificado Población Se estima que hay quizás solamente 20-30 el sobrevivir Tagaeri, aunque estos números son inciertos. Ubicación Dentro del Parque Nacional Yasuní viven varios grupos indígenas: Kichwa o Naporuna, Waorani, Tagaeri y Taromenane.
Historia
Han transcurrido veinte años desde que el país y el mundo se conmocionaron con una noticia protagonizada por el pueblo Tagaeri. En 1987 monseñor Alejandro Labaka y la hermana Inés Arango eran lanceados en el corazón de la Amazonía por “aucas salvajes”. La prensa nacional e internacional escondía bajo el término de “salvajes” la historia de un pueblo que gritaba con su silencio de lanzas el deseo de permanecer viviendo libres en el que siempre fue su mundo: la selva. Los “aucas salvajes”, también llamados “pata colorada”, eran los Tagaeri, familia Huaorani perteneciente al gran clan del Coca. De 1958 hasta 1977 la fama de ferocidad de este clan creció debido a los múltiples “ataques” al naciente poblado del Coca, algunos de ellos originados en la resistencia a ser reducidos al río Tihuaeno por el Instituto Lingüístico de Verano (ILV), organización evangélica norteamericana. Tagaeri significa el grupo de Taga, nombre del guerrero huaorani que desde 1968 condujo a sus familiares lejos de los huaorani (familias huaorani enemigas) y de los cohuodii (extraños que habían propiciado o protagonizado la muerte de sus familiares o su desplazamiento en medio de un torbellino de lanzas. División del gran clan Una etnia acostumbrada más a huir de los enemigos que a enfrentarlos, reducida numéricamente, sometida al desplazamiento y a la búsqueda constante de nuevos territorios lejos de los suyos tradicionales, muestran una cultura no precisamente guerrera. Hasta el siglo XIX ninguno de los pueblos vecinos se refería a ellos como seres particularmente agresivos. Pero el nuevo siglo trajo consigo demasiados acontecimientos inentendibles para los habitantes amazónicos: la explotación del caucho, la llegada de los misioneros, las epidemias, la disputa por territorios, la apertura de caminos, la colonización y la fiebre petrolera. Estos violentos acontecimientos pusieron serias presiones sobre la forma de vivir de los pueblos de la Amazonía, al extremo de acabar con los Tetetes y quebrantar las posibilidades de subsistencia de otros grupos cambiando por completo la geografía humana de la región y el ánimo de sus habitantes. Las disputas internas entre los Huaorani, que se habían agudizado durante los años cuarenta y cincuenta, en los sesenta hicieron inevitable su división. El guerrero huaorani Babe, primo de Taga, recuerda así la división del gran clan: “Kimontare era hermano de mi papá. Cuando muRío mi padre, Kimontare cogió el mando. Fue todavía más cruel que Nihua. Aumentaron las peleas en la familia. Por la pena de la muerte de su papá, Dabo mató a Buganei, la preferida de las mujeres de Nihua, con cinco lanzas. También mató a Kimontare. Por eso su familia, liderada por su hijo mayor Taga, abandonó la región. Name y muchos otros, hasta unos quince, estaban con él; los Tagaeri corrieron hacia abajo, nosotros fuimos hacia arriba. Miguel Ángel Cabodevilla, misionero capuchino, nos explica que cuando muere alguien joven dentro del grupo huaorani, esto provoca una reacción terrible en varios sentidos. Primero, si es que el muerto es jefe de un clan, hay una pelea por la dirección del mismo; segundo, porque para los huaorani la venganza es ineludible, la muerte ocasiona una cadena ininterrumpida de agresiones”. Así es como la muerte de Kimontare, jefe guerrero huaorani y padre de Taga originó la ruptura. La venganza de los Tagaeri y la rivalidad con el grupo de Babe continúan hasta hoy.
Rapto de Omatuki
El grupo de Babe y el de Taga, enfrentados por su historia étnica, no han cesado de vigilarse. En 1993 Babe realizó la incursión más importante sobre territorio Tagaeri: entró a su casa y raptó a Omatuki, única tagaeri contactada. A través de esta jóven conocemos un poco más de cerca el mundo tagaeri. Ella relata la muerte de Alejandro e Inés a manos de su pueblo, ocurrida cuando apenas era una niña. Asegura que en los años noventa han muerto por lo menos cinco guerreros tagaeri en distintos encuentros. También explica su temor hacia los helicópteros: a partir de unas muertes en el río Tigüino unos helicópteros verdes comenzaron a sobrevolar su casa, dieron algunos giros sobre la aldea e incluso les echaron algunas cosas. Uno de esos días vieron venir al helicóptero y los hombres del grupo dejaron sus casas y se internaron en la selva. Ese día el helicóptero en lugar de echarles regalos les dispararon y murieron tres mujeres. Babe, convencido finalmente por los misioneros capuchinos, devolvió a la joven Omatuki a su familia. Al momento de entregar a la muchacha, el cuñado de Babe se convertiría en la última víctima de los Tagaeri.
Entre la "tradición y la civilización"
Los tagaeri pertenecen a una rama de la etnia huaorani que ha permanecido sin contacto con la civilización, y tras los hechos de noviembre, en enero de 2001 volvieron a mostrarse. Fueron vistos por un grupo de turistas a los que pretendieron atacar, cerca de la comunidad de Bataburo, aseguró Richard Ima, dirigente huaorani de la zona. "Al principio los extranjeros trataron de fotografiarlos creyendo que se trataba de huaoranis civilizados, pero al notar la violencia con la que se acercaron, los guías realizaron disparos al aire para evitar que los turistas sean lanceados", señaló el líder indígena. Ima agregó que han podido identificar a dos grupos de tagaeri, uno que ha sido avistado en ocasiones anteriores, que tiene como líder a Taga, y otro, que es comandado por Taromenalli; ambos grupos viven en bohíos que han sido ya localizados por los huaoranis de su comunidad, en las riberas de los ríos Cuchillacku, Tigüino y Bataburo, en la provincia de Pastaza. "Están armados con lanzas de hasta dos metros y medio de largo y con pelo hasta las caderas, que andan completamente desnudos y son muy temidos por su violencia ya que matan sin piedad", dijo Ima. La intención de Richard Ima, de localizar y civilizar a los pata colorada, fue rechazada por la Organización de la Nacionalidad Huaorani de la Amazonia Ecuatoriana (Onhae), con sede en Puyo. "No podemos prestarnos para que sean sometidos a la civilización del blanco, pues es el único grupo que conserva intactas nuestras tradiciones huaoranis ancestrales, que se perdieron con la evangelización del Instituto Lingüístico de Verano, entre 1957 y 1967", señaló Niwtza y culminó diciendo que los tagaeri se ven obligados a salir de su territorio ante el acoso de colonos, petroleras e indígenas de otras etnias. El ritual de las lanzas
El primer aparecimiento fugaz de los tagaeri se remonta al 20 de enero de 1956, en el río Curaray, cuando fueron asesinados cinco estadounidenses. En 1971, en el río Tiputini muRío lanceado un cocinero de la compañía Western. En 1977, en el río Tivacuno fueron lanceados tres trabajadores de una petrolera. El 21 de julio de 1987, cerca del río Tigüino fueron asesinados monseñor Alejandro Labaca y la hermana Inés Arango. En 1993 en el río Cuchiyacu fue lanceado el huaorani Carlos Omene. El caso que transformó a los tagaeri en noticia internacional y que luego el escritor y periodista colombiano Germán Castro Caycedo lo transformó en tema de un libro, fue el de 1987, cuando más de 100 lanzas acabaron con la vida del obispo de Coca, Alejandro Labaca, y la religiosa Inés Arango, que llegaron en helicóptero a territorio auca para conversar con ellos. Los religiosos intentaban contactarse con los tagaeri para ponerles al tanto de la avanzada petrolera y analizar medidas para ayudarlos. "Los clavaron en el suelo amazónico que tanto amaban, inmolados sobre el altar del petróleo", comentó Tassi. Esa fue la primera vez que los occidentales escucharon hablar de este "temible pueblo guerrero", definido por el investigador Miguel Angel Cabodevilla como el último grupo de indígenas no contactados que deambulaban por la selva como fantasmas errantes, armados de lanzas, desnudos, defendiendo su espacio vital. "Ese espacio vital es recorrido incesantemente por los aucas, quienes lo van marcando con sus lanzas y pisadas", dijo Tassi. "Catorce años después de lo que ocurRío con los religiosos, se vuelve a repetir el mismo ritual de las lanzas pero esta vez con indígenas de otro pueblo".

Taromenane

             

Los Taromenane son un grupo humano indígena no contactado que viven en el Parque Nacional Yasuní, ubicado en la cuenca amazónica ecuatoriana. Juntos a los Tagaeri conforman los dos últimos grupos conocidos de grupos indígenas que viven en aislamiento voluntario en la selva ecuatoriana. Se cree que estas comunidades está lejanamente emparentadas con los Waorani. Viven en la selva amazónica.
Se estima que existen unos 150 a 300 Taromenames y unos 20 a 30 Tagaeris, que aún mantienen el nomandismo en las pluviselvas, practicando su cultura ancestral. Estas cifras no aciertan en lo general.
Los Taromenanes han estado recientemente bajo amenaza de la explotación petrolera y la tala ilegal en el Parque Nacional Yasuní. El 15 de febrero del 2008, autoridades del Ecuador acordaron investigar un reporte que indicaba que cinco miembros de los Taromenanes y Tagaeris fueron asesinados por taladores ilegales, sin embargo no se ha llegado a ninguna conclusión por parte del Estado ecuatoriano.
El 30 de marzo de 2013, un grupo de 20 a 30 Taromenanes habían matado por en grupo de Huaorani, en venganza por la muerto de parientes ellos.

2 comentarios:

  1. si existen esos grupos de étnicos, fuera bueno que exista protección del estado para ellos, ya que esas personas dueñas de sus tierras protegen una parte del "pulmón" de nuestro planeta al no querer ser civilizados y así nadie USURPARA LA MÍNIMA PARTE DE SELVA QUE AUN ES VIRGEN.

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  2. Se debe respetar su estilo de vida, al contrario de forzarlos a ser civiliados, se les debe proveer protección, en un deber y obligación del estado.

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